Después de un difícil divorcio; Kristina, madre de dos niños, decidió que no se volvería a enamorar. Por lo que cuando conoció a Phillip, dos años más tarde, hizo todo lo posible para no tener grandes sentimientos hacia él. Kristina sabía que él era especial, pero aun así prefería guardar distancia, ya que ella temía salir dañada.
Después de un tiempo, Kristina introdujo a Phillip a sus hijos, ella y su hija habían enfermado al mismo tiempo. Estuvo toda la noche limpiando el vómito de la niña sobre la alfombra. Al final, la noche se convirtió en un desastre cuando su hijo despertó, ella pensaba que se iba a morir del agotamiento.
Kristina decidió que ese era el mejor momento para llamar a Phillip, lo despertó y le dijo: “si me quieres a mi y todo lo que eso conlleva, entonces ven ahora mismo". 20 minutos más tarde, ya él estaba en la puerta. Por un momento, ella pensó que el se iba a enojar porque ella lo despertó, pero lo que sucedió la dejo completamente asombrada.
Kristina dijo: “después de un tiempo de conocerlo, cuando ya me encontraba segura sobre ll que sentía hacia él le presente a mis hijos. Él nunca me mostró ningún afecto delante de ellos; nunca me tomo de la mano o me abrazó. Para mis hijos, Phillip era otro amigo mío.
A unas semanas de que el conociera a mis hijos, tuve una noche muy dura. Estaba enferma y mi hija de 3 años despertó vomitando a mitad de la noche, y vómito sobre la alfombra; por supuesto, ahí no termina todo, ya que también mi hijo de 5 años despertó por sus llantos y al final ambos estaban llorando. Los tres éramos un desastre. Ese era uno de esos momentos en los que las madres pensamos que nos volveremos locas. Yo tenía un aspecto de loca, quizás hasta olía a loca, y en mi cabeza solo se escuchaban los gritos. Estaba intentando calmar a mis hijos, limpiar a mi hija y la alfombra, y de repente pensé ¿participaría un hombre en esto?
En ese momento decidí llamar a Phillip, lo despertó y de dije que viniera a mi casa, que, si el me quería, entonces iba a venir.
Llego en 10 minutos a mi departamento. Los niños aún estaban llorando, y yo estaba en el piso, limpiando la alfombra. Esperaba que me mirara con sorpresa o disgusto; quizás hasta enfado porque lo había despertado; pero en cambio, se agacho y me quito el trapo de la mano, me dijo que me fuera a la cama y limpio el vómito de mi hija.
Luego acostó a mis hijos en sus camas y los puso a dormir. Después , vino y me arropó, me beso la frente y me dijo que el si quería todo, que nos quería a los tres”.
Siete años después, Phillip aun le ayuda a limpiar los vómitos, se queda hasta tarde hablando con su pre-adolescente y le contesta el teléfono en el trabajo a su hija cuando esta necesita ayuda en un problema de matemáticas. El quiere a los hijos de Kristina como si fueran de él.