El limón, la naranja, la mandarina y el pomelo son algunas de las frutas más comercializadas del mundo y todas ellas pertenecen a la familia de los cítricos. Pero por su alto nivel de hibridación durante el proceso de domesticación, la clasificación taxonómica actual del género Citrus seguía siendo confusa.
Un equipo de investigadores, liderado por el Centro de Genómica del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) junto al US Department of Energy Joint Genome Institute, en Walnut Creek (EE UU), ha estudiado los genomas de 58 variedades de cítricos diferentes, de las que treinta son nuevas secuencias genómicas, desde la lima dedo australiana (Microcitrus australasica) hasta la mandarina Cleopatra (Citrus reshni).
El estudio, publicado en la revista Nature, demuestra que los árboles de los cítricos actuales descienden de diez especies naturales procedentes de un área cercana al Himalaya, delimitada por el este de la India, el norte de Myanmar y el oeste de Yunnan.
Los resultados del análisis revelan así que los cítricos se diversificaron hace entre 8 y 6 millones de años, durante el Mioceno, y se extendieron rápidamente por el sudeste asiático, coincidiendo con un momento en el que los monzones de verano de esta región se debilitaron. El trabajo recalca que los cítricos australianos se diversificaron más tarde, hace cuatro millones de años.
Primeros intentos o hayasgos
“Los primeros intentos por domesticar estos frutos se basaron en la propagación asexual a través de semillas apomícticas (sin fecundación) y la selección deliberada de rasgos específicos”, considera Manuel Talón, autor principal de la investigación y científico del IVIA.
Este proceso generó una red compleja de parentesco entre los cítricos cultivados que quedó registrada en sus genomas. Así por ejemplo, los genes del pomelo pudieron haber contribuido a las mandarinas. Para los investigadores, el estudio ofrece un escenario evolutivo nuevo para los cítricos que apunta directamente a la reformulación del propio género y genera indicios sobre los determinantes de los rasgos deseables en los frutos comestibles.
“La información generada permite la identificación de los fragmentos del genoma que controlan las características que heredaron las especies de cítricos cultivadas a partir de las especies silvestres”, apuntan los autores.
Este conocimiento es “muy valioso” para los mejoradores, los productores y el público en general porque ayudará a detectar las dianas genéticas más efectivas contra enfermedades devastadoras como el Huanglongbing y a desarrollar estrategias y enfoques para la mejora de variedades tolerantes al cambio climático y de cultivares más nutritivos y de mejor sabor.
De hecho, el programa de mejora de cítricos, desarrollado por el instituto valenciano y que ha permitido desentrañar el origen y evolución de estas frutas en este estudio, se apoya en tecnologías genómicas para producir nuevas variedades de clementinas y mandarinas adaptadas a las exigencias actuales de sostenibilidad y tolerancia al cambio climático.