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¿Por qué es necesaria la vitamina D contra las infecciones?

La vitamina D ya no es una desconocida. Se sabe que gracias a ella se fija el calcio en los huesos y que unos buenos niveles de esta sustancia ayuda a prevenir la osteoporosis.

Pero la vitamina D tiene otras funciones en el organismo. Nuestro nivel de fatiga puede venir condicionado por ella, por ejemplo. Y en los últimos años cada vez hay más evidencia de que puede ayudarnos a luchar contra las infecciones.

Incluso se estudia si podría tener un papel en la inmunidad y en la lucha contra la COVID-19 y contribuir a evitar enfermar por el nuevo coronavirus, el virus SARS-CoV-2.

Que es la vitamina D 

La forma activa de la vitamina D3 en el organismo humano es el calcitriol, el cual procede del 25-Hidroxicolecalciferol, sustancia producida por la piel a través de la acción de las radiaciones ultravioleta de la radiación solar.

Además, la vitamina D3 puede ingresar en el organismo a través de determinados alimentos, procedentes casi todos del reino animal.

Las funciones más conocidas de esta vitamina son las de facilitar la absorción de calcio y fósforo en el intestino, la formación del tejido óseo y su intervención en la regulación y en la producción de hormona paratiroidea. Más recientemente se ha descrito su trascendente actividad para el buen funcionamiento de la inmunidad y frente a las infecciones.

Alimentos ricos en vitamina D3

La vitamina D3 es una vitamina liposoluble, es decir, está diluida en las grasas y para su absorción es necesario tomar alimentos que tengan grasa.

Como es lógico, las frutas y las verduras, alimentos tradicionales que aportan vitaminas a la dieta, contienen muy escasa cantidad de grasa y, como consecuencia, son los alimentos de origen animal los que más aportan vitamina D3.

Cómo funciona esta vitamina en el adulto

Una dieta completa y equilibrada y una vida activa al aire libre, es suficiente para cubrir las necesidades del adulto de vitamina D3.

Las causas que con mayor frecuencia dan lugar a escasez en la ingesta de esta vitamina son: las dietas adelgazantes inadecuadas, la escasa ingestión de grasas de origen animal, los trastornos del comportamiento alimentario, las situaciones de estrés crónico y el abuso de sustancias como el tabaco y el alcohol.

La escasa exposición a las radiaciones solares puede ser también un factor principal en el origen de carencia de esta vitamina. La escasez de vitamina D3 en el adulto se ha asociado a múltiples problemas de salud.

Osteoporosis, hipocalcemia, hipofosfatemia, osteomalacia, debilidad muscular, fatiga, hipertensión arterial, algunas enfermedades cardiovasculares, bajas defensas para las infecciones y trastornos de la inmunidad son algunos de los problemas a los que se exponen las personas con niveles bajos.